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CETÁCEOS

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CETÁCEOS

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Los cetáceos son animales marinos perfectamente adaptados a la vida acuática, que surgen hace millones de años, a partir de animales terrestres que deciden volver al mar. De manera que, pese a su apariencia de pez, son mamíferos que han transformado su cuerpo y su forma de vida para habitar los océanos. Por una parte han prescindido de todo aquello que podía estorbarles en el agua, han perdido el pelo y las extremidades posteriores, y han desarrollado internamente estructuras que en otros mamíferos sobresalen, como las orejas, las mamas o los genitales. Por otro lado, han tenido que desarrollar elementos que les permitan adaptarse, así que han transformado sus extremidades superiores y el rabo en aletas, su cuerpo ha adoptado una forma hidrodinámica alargada y una gruesa capa de grasa lo recubre para evitar la pérdida de calor.

En este proceso de transformación cabe destacar también la evolución de los sentidos. La vista se ha adaptado con modificaciones que les permiten ver con la misma nitidez fuera y dentro del agua, aunque esto solo es útil en las aguas superficiales, donde la luz permite la visión. El sentido del tacto adquiere papeles esenciales, tanto en la natación (algunos delfines poseen una gran sensibilidad corporal que les permite nadar con más eficiencia, ya que su piel transmite los movimientos que percibe en el agua) como en la socialización, siendo el contacto físico un importante estímulo de unión, especialmente entre madres y crías. Pero los mayores avances se producen en el sentido del oído, fundamental bajo el agua debido a que el sonido se propaga aquí más rápido que en el aire. Concretamente, los odontocetos disponen del sistema de ecolocalización más desarrollado del mundo animal, emiten sonidos y reciben sus rebotes con la precisión de un sónar para ubicar todo lo que hay a su alrededor y para comunicarse. Además constan de un sentido extra que favorece la difícil orientación en un medio tan complejo y "desértico" como alta mar, un sentido con el que perciben las variaciones en los campos magnéticos para determinar los puntos cardinales y trazar sus rutas migratorias.

Aunque siguen teniendo pulmones, éstos están preparados para almacenar una enorme cantidad de oxígeno, lo que, junto a algunas especializaciones de su sistema circulatorio, les permite hacer frente a las grandes presiones submarinas y los convierte en fantásticos apneistas.  Al contrario que nosotros, cuando un cetáceo se sumerge vacía parte del aire de sus pulmones para evitar la flotabilidad que éste provocaría. Sus pulmones son diferentes a los nuestros, cada uno está dividido en dos partes y, mientras que la parte superior acumula la reserva de aire, sólo la parte inferior, que contraen, recibe flujo sanguíneo, reduciendo así la absorción de nitrógeno y evitando la formación de las peligrosas burbujas que causan las embolias de la enfermedad por descompresión. La respiración en los cetáceos es un proceso voluntario, que controlan y dominan.

En relación con su necesidad de salir a la superficie a respirar existe otras curiosas adaptaciones. Por ejemplo, a diferencia de los peces, su aleta caudal se orienta de forma horizontal, esto es así para que les siga resultando útil cuando se mueven por la superficie marina, ya que si estuviese en posición vertical les impulsaría mucho menos.

Otro rasgo característico es la presencia del espiráculo (agujero para el intercambio gaseoso) en la parte dorsal de su cuerpo, que les permite una respiración más eficaz durante su natación en superficie. Los antecesores de los cetáceos actuales tenían estos orificios en la parte delantera de las cabezas, como nosotros, y su posición se fue retrasando para la adaptación a la vida marina. De hecho, durante las primeras fases del desarrollo, los embriones de los cetáceos tienen los orificios nasales en el hocico y a medida que crecen éste se desplaza hasta su posición final.

Un cambio más para facilitar la natación se produce en las vértebras cervicales. Éstas han reducido su tamaño y se han fusionado para permanecer rígidas. De este modo los cetáceos pueden mantener una posición más hidrodinámica de su cabeza sin esfuerzo muscular alguno.

Dado que han tenido que integrar los genitales masculinos en el interior de su cuerpo para ser más hidrodinámicos, los machos requieren de una importante adaptación más. La temperatura corporal de los cetáceos está en torno a los 37ºC y el esperma, muy sensible a sus variaciones, requiere una temperatura algo más baja (de ahí que en los demás mamíferos se sitúen habitualmente en la parte externa del cuerpo). Esto lo solucionan con un sistema de "refrigeración testicular": parte de la sangre es enfriada en la aleta caudal, ya que ésta no cuenta con aislamiento térmico, y transportada recurrentemente a la zona de los testículos para mantenerlos a una temperatura inferior a la del resto del cuerpo.

Las rías gallegas por sus características en cuanto a situación geográfica, temperatura de las aguas y abundancia de vida gracias a los afloramientos costeros, son lugares favorables para la presencia de algunos tipos de cetáceos. De hecho, en los últimos años se registra un gran número tanto de avistamientos como, lamentablemente, de varamientos (en 2018 se registraron 350 varamientos en Galicia).

Existen dos grandes organizaciones dedicadas al estudio y conservación de los mamíferos marinos, que reflejan la importancia de las aguas gallegas en la vida de estos grandes visitantes.

http://www.cemma.org/

https://thebdri.com/es/index.html

Según recoge un estudio de OCEANA de abril del 2009, en toda la zona galaico-cantábrica podemos considerar como especies comunes a los delfines mulares, delfines comunes, delfines listados , calderones comunes y a las marsopas. Hay otras tras 6 especies que son relativamente  frecuentes en zonas alejadas de costa como  el rorcual común, el rorcual aliblanco, el cachalote, el zifio calderón, el zifio común y el calderón gris.

Luego tendríamos otras especies que podrían aparecer de manera puntual como el rorcual azul, el rorcual boreal, la yubarta, el zifio de Sowerby, la orca y el delfín de flancos blancos.

https://eu.oceana.org/sites/default/files/reports/Cetaceos_area_galaico_cantabrica.pdf

ODONTOCETOS (CETÁCEOS CON DIENTES)

Los odontocetos incluyen a aquellos cetáceos provistos de dientes, generalmente con hocico y la cabeza abombada para acoger el melón, órgano que emplean para emitir sonidos y así valerse de la ecolocalización. Otra característica de este grupo es que solo poseen un espiráculo o agujero dorsal para respirar. Pertenecen a los odontocetos los delfines, cachalotes, zifios, calderones, narvales, belugas, marsopas y orcas

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El arroaz, también conocido como delfín mular o de nariz de botella, es un habitual en nuestra ría. Independientemente de la época del año es fácil encontrarlo nadando en grupos de entre 10 - 30 ejemplares.  De hecho, las Rías Baixas acogen una de las poblaciones "residentes" más numerosas de estos delfines en la península, eso sí, caracterizada por su gran dinamismo y movilidad. Parecen seguir una estrategia social de "fisión-fusión", en la que pequeños grupos se forman, cambian y separan en intervalos cortos de tiempo (en ocasiones, horas).

Suelen diferenciarse dos variantes de delfín mular, una que habita en alta mar formando grupos muy amplios, que realiza migraciones hacia la costa en primavera en busca de comida y regresa a zonas alejadas durante el otoño (estos ejemplares de alta mar tienen el cuerpo más rechoncho) y, por otro lado, está la variante costera, más esbelto, que busca zonas próximas a tierra donde establecerse.

El arroaz costero de nuestra Ría se distingue por tener el hocico algo más corto que otras especies con un pliegue bien diferenciado entre éste y la cabeza, así como una gran aleta dorsal en forma de hoz.

Su cuerpo es  esbelto y robusto, con la cabeza ancha y aletas largas. A diferencia de otras especies, el dorso es de color oscuro, bastante uniforme aunque se hace más claro en los costados para acabar en el tono más blanquecino en la zona ventral. Es más grande que otras especies y puede llegar a medir más de 3 m de largo, siendo las hembras algo más pequeñas y delgadas.

Viven en torno a los 35 años y su alimentación es muy variada, cambiando según el lugar en el que se encuentra. Por lo general comen diferentes tipos  de peces, cefalópodos y crustáceos como camarones. Parece que en nuestras aguas algunas de sus presas favoritas son las merluzas y la bacaladilla.

Es frecuente que habiten en las proximidades de las costas, el motivo principal de sus incursiones en la Ría es la búsqueda de comida y que le proporcionan un lugar protegido en el que dar a luz y cuidar a sus crías. Generalmente viven en grupos que suelen integrar a hembras con sus crías y algún macho dominante. Parece que el tamaño y la composición del grupo puede variar notablemente en poco tiempo. Forman grupos muy dinámicos.

A veces se encuentran ejemplares solitarios, por lo general machos adultos, que, sorprendentemente, buscan el contacto con humanos y barcos siendo muy receptivos a los contactos. En Galicia hemos vivido un ejemplo de este comportamiento con el conocido delfín Gaspar.

Son conocidos sus comportamientos sociales y cooperativos, así como por el reparto de tareas que se asignan para llevar a cabo diferentes actividades. Las hembras son las encargadas de buscar la comida y cuidar a las crías, de manera similar a como lo hacer las manadas de leones. Cazan en grupo, rodean y comprimen los bancos de presas hacia la superficie o el fondo para que no tengan escapatoria y así les resulte más sencillo capturarlas.

Son muy activos en superficie, asomándose y saltando con frecuencia, especialmente las crías. En ocasiones se aproximan mucho a la costa y a las embarcaciones, y no es extraño verlos "jugar" nadando y saltando delante de grandes barcos aprovechando su ola de proa.

Como sucede con casi todos los animales marinos, es difícil estimar las variaciones que pueden sufrir las poblaciones a lo largo del tiempo, ya que no hay registros que documenten en cifras la situación en las décadas pasadas. Diversos estudios e indicadores indirectos apuntan a una disminución notable en las poblaciones de cetáceos en general y del arroaz en particular. Sus principales amenazas son las capturas accidentales y la contaminación, tanto por basura como química y acústica. Pese a ello, su estatus de conservación global en el UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) se sigue manteniendo como "preocupación menor". A nivel nacional y autonómico se ha avanzado algo y tanto el arroaz como la toniña se encuentran recogidas en la categoría vulnerable según el Catálogo Nacional de Especies Amenazadas y el Catálogo Gallego de Especies Amenazadas.

El delfín común también puede hacer incursiones en la ría, aunque es más habitual que se mueva por zonas exteriores.

Es algo más pequeño que el arroaz, midiendo unos 2 m de largo, tiene el hocico largo y luce un patrón de colores particular. Tiene el dorso de color gris oscuro, tono que forma un pico hacia la zona ventral. La zona lateral del cuerpo presenta un dibujo de reloj de arena longitudinal, en el que la parte anterior adquiere un color amarillento, mientras la posterior es de un tono gris claro. La parte ventral es blanca. Luce también una característica línea oscura que une el hocico y los ojos.

La aleta dorsal es gris oscura y suele presentar una mancha interna más clara

 

Son muy gregarios, pudiendo llegar a formar grupos de cientos de ejemplares, especialmente para trabajar en equipo en la captura de presas. Cazan cooperativamente, "empujando" los bancos de presas hacia la superficie para después sumergirse por debajo y embestirlos. Se alimentan principalmente de peces que viven en grandes bancos como jureles y caballas, también de cefalópodos.

Salvo para cazar, migrar o aparearse, los grupos de estos delfines suelen dividirse por sexos, quedando las hembras con crías  y ejemplares no maduros en un grupo y los machos adultos en otro.

Son rápidos nadadores y muy curiosos, no dudan en acercarse a las embarcaciones o buceadores, incluso interrumpiendo otras actividades como la caza para ello. Sus chillidos pueden oírse desde la superficie y acostumbran a dar grandes saltos y hacer acrobacias. 

El tercer delfín que se puede avistar en la ría es el listado o delfín azul, aunque, al igual que el delfín común no es habitual que se acerque tanto a la costa, y parece ser más habitual encontrarlo en la costa cantábrica que en la atlántica.

Mide algo más  de 2 m de largo y también tiene líneas oscuras típicas, una que va desde el hocico a la zona de la cola atravesando longitudinalmente su cuerpo y pasando por los ojos, y otra que parte de los ojos hasta la aleta pectoral. La parte dorsal es gris oscura, en ocasiones con apariencia azulada, con franjas en un gris más claro en los laterales que forma un pico hacia arriba a la altura de la aleta dorsal. La zona ventral es blanca o rosada

 

También son gregarios y forman grupos numerosos, de cientos de individuos, que engloban ejemplares de ambos sexos y diferentes edades, incluso, se asocian en grupos con otras especies de cetáceos como los delfines comunes.

 

Son conocidos por sus giros y acrobacias saltando sobre el mar, siendo capaces de dar saltos de hasta 7 m de altura. Si embargo no suelen acercarse a la costa y su distribución es oceánica.

 

Los calderones, también conocidos como ballenas piloto, son de mayor tamaño que los delfines entre 4 - 6 m (parece que la

poblacione del Atlántico norte crece hasta un metro más de media que la población del hemisferio sur). Frecuentan las aguas de templadas a frías (evitando los trópicos, de ahí la distribución norte y sur fragmentada) y es bastante habitual avistarlos en el Cantábrico.

Se caracterizan por sus alargadas y curvadas aletas pectorales, una aleta dorsal curvada hacia atrás y por tener un cuerpo alargado pero robusto. Su hocico es muy corto, apenas visible y tiene un melón muy abultado (en los ejemplares de más edad llega a sobrepasar el hocico). Este característico abultamiento, pese a lo que pueda parecer, es muy hidrodinámico.

Existen diferencias entre hembras y machos (dimorfismo sexual), los machos son algo más grandes, con las aletas dorsales mas largas, carnosas y más curvadas hacia atrás.

La coloración del cuerpo suele ser gris oscuro, aunque, en ocasiones, presentan tonos uniformes que van del marrón al negro.  En la parte ventral muestran una estrecha franja longitudinal blanca, que dibuja una forma parecida a un ancla en la zona pectoral.

También son gregarios, llegando a formar grupos de cientos de ejemplares para cazar o migrar, y buenos buceadores, ya que se sumergen hasta los 600 m en busca de cefalópodos, su comida favorita.

Cuando se desplazan en grandes grupos van acompasados, muy próximos entre ellos, saliendo a respirar al unísono y siguiendo a un líder, la "ballena piloto", que guía al grupo. En cambio suelen dispersarse para alimentarse.

La esperanza de vida varía mucho en función del sexo, siendo las hembras más longevas.

Aunque no escapa de la presencia humana no es especialmente curioso y apenas asoma la cabeza para salir a respirar, lo que dificulta su avistamiento.

Es la especie más pequeña que podemos encontrar en nuestras aguas, alcanzando un máximo de 2 m, aunque, generalmente, son más pequeñas. En este caso las mayores tallas las consiguen las hembras.

Acostumbran a vivir en zonas costeras formando pequeños grupos de entre 5 - 10 ejemplares, rara vez más de 20. Aunque no es fácil verlas, ya que están seriamente amenazadas y sus poblaciones son escasas.

Tienen la cabeza con forma roma, sin el típico hocico de los delfines.

La aleta dorsal está situada en la mitad del cuerpo y en algunos ejemplares presenta protuberancias dérmicas en el borde anterior que le dan un aspecto aserrado. En general las aletas son pequeñas y oscuras.

Dorso de color gris oscuro que se aclara en las zonas laterales, especialmente en la parte central. Puede presentar pequeñas manchas blancas en la zona de alrededor de los ojos. La parte ventral es blanca. Muestran también una característica línea que une la comisura de la boca con las aletas pectorales.

Viven solitarias, en parejas o en pequeños grupos de unos 5 individuos y no suelen alejarse a más de 10 km de la costa.

Se alimentan de pequeños peces, y su dieta se adapta a las condiciones del lugar en el que vive, por ello suele consumir especies presentes a poca profundidad. Es una especie costera que en la península se distribuye principalmente en Galicia y Portugal. En Galicia parece que sus principales presas son los jureles, las fanecas y los lanzones.

La situación de la toniña es muy preocupante, tanto que no son pocos los que auguran su extinción quizás solo en unos años. Pese a los estudios y recomendaciones de los biólogos a este respecto, la respuesta sigue siendo la inacción. Se estima que la población actual consta de menos de 300 ejemplares y la UICN (Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza) sigue recogiendo esta especie como de "preocupación menor".

MISTICETOS (CETÁCEOS CON BARBAS)

Por otro lado tenemos a los misticetos, que incluyen a todas las ballenas que en lugar de tener dientes poseen barbas filtradoras (hilos de queratina que cuelgan de la mandíbula superior formando una densa capa a modo de cepillo). Además disponen de dos espiráculos, lo que provoca que cuando expulsan el vapor de agua formen chorros en forma de V. Suelen ser grandes migradores, poseen una boca muy amplia y la aleta dorsal situada en posición muy retrasada. Pertenecen a este grupo la Yubarta, la ballena franca, la ballena azul o el rorcual común.

Con las ballenas entramos en los pesos pesados del océano, la ballena aliblanca, siendo una de las especies más pequeñas, alcanza máximos de unos 10 metros, siendo las hembras algo mayores que los machos.

Tienen el cuerpo estilizado y la cabeza puntiguada, en forma de V. La parte dorsal es gris oscura y la ventral blanca. Sus barbas son de color blanquecino o amarillento. El nombre les viene por su característica mancha blanca en las aletas pectorales. No suelen presentar protuberancias u organismos adheridos en su piel. 

Habitualmente viven solitarias o formando pequeños grupos de 2 o 3, y machos y hembras migran por separado.

Se alimentan de krill y peces como arenques y bacalaos.

Ocasionalmente se han registrado incursiones de alguna ballena en el interior de la ría, la última fue precisamente una ballena aliblanca, fue avistada en 2016 a la altura de Rande, pero son hechos aislados.

Es en aguas exteriores donde pueden producirse estos encuentros con más frecuencia, ya que es una zona de paso en sus migraciones norte - sur. Durante el verano es cuando se animan a acercarse más a las costas.

También las hembras son más grandes en el rorcual común, pero en esta especie alcanzan los 19 m (se han registrado tallas aun mayores) con un cuerpo muy alargado y esbelto.

Aleta dorsal se sitúa en una posición muy retrasada. El dorso es gris oscuro y la parte ventral blanca. Es habitual que presenten una mancha de un gris más claro bajo la boca en el lateral derecho.

Sus barbas son de color gris oscuro, excepto parte  anterior que presenta un tono amarillento.

No acostumbran a mostrarse demasiado fuera del agua, pero dentro de ella es una de las especies más rápidas, llega casi a los 40 km/h y puede estar hasta 10 minutos sumergida.

Es habitual que su piel presente marcas de lampreas o rémoras, así como algunos organismos adheridos.

Viven en pequeños grupos de 2 o 3 ejemplares o solitarias, y suelen actuar de manera indiferente ante la presencia humana. Son grandes migradoras y cuando aparecen por las costas gallegas suele ser de paso, siendo más frecuentes en aguas profundas. Sin embargo, esto será cada vez más difícil si continúan siendo una especie en peligro de extinción. La mayoría de los avistamientos se producen en primavera y verano, coincidiendo con su época de alimentación.

Es el gigante de los mares, el animal más grande que existe tanto en la actualidad como en la historia del planeta, ya que llega a tallas de 25 - 30 m. Sus crías nacen midiendo más de 7 m de largo y tienen una esperanza de vida de unos 80 años.

El hecho de que en el mar se puedan desarrollar animales tan grandes se debe a la ingravidez que proporciona el agua. Fuera de ella, las ballenas morirían aplastadas por su propio peso, pero flotando en el líquido elemento sin las limitaciones que en tierra impone la ley de la gravedad, peces y cetáceos pueden crecer sin límites.

La parte dorsal es grisácea con un moteado azul que bajo el agua se vuelve azul intenso, siendo la parte ventral más blanquecina. En ocasiones su coloración puede ser amarillenta o marrón, pero esto se debe a pequeñas algas que proliferan creciendo sobre su piel.

La cabeza vista desde arriba es redondeada, con forma de U y el chorro que producen al respirar por los espiráculos puede alcanzar los 10 m de altura.

Suele vivir sola o en pequeños grupos, a veces asociándose también con rorcuales comunes. Se alimenta básicamente de krill

Existen tres subespecies de ballena azul, todas migradoras, una de ellas habita en el Atlántico norte (Balaenoptera musculus musculus) y es la que ocasionalmente se puede dejar ver  relativamente cerca de nuestras costas. Pero son especies amenazadas, especialmente por el tráfico marítimo.

Rorcual y ballena se pueden emplear indistintamente para cualquier especie de cetáceo que pertenezca al género Balaenopterala familia más abundante y diversa de los cetáceos misticetos.  Se distinguen de otros tipos porque tienen la parte delantera ventral recorrida por múltiples pliegues y surcos. Éstos están relacionados con la alimentación de estos mamíferos, ya que les permiten estirar  notablemente su boca para engullir más cantidad de agua que luego expulsarán a través de sus barbas quedando sólo el alimento filtrado en el interior. Dichos surcos varían en número y tamaño según la especie.

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