CAMPOS DE ANÉMONAS
Con la melena al viento
Estos lugares, donde las anémonas dominan el paisaje, parecen ser cada vez menos habituales, quizás por la proliferación de algas invasoras que ocupan su lugar. Pero, cuando podemos visitarlos, resultan de especial interés, ya que albergan una interesante variedad de vida asociada y resulta casi hipnótico observar el balanceo de los tentáculos agitados por la corriente.
Es importante recordar que no debemos tocar las anémonas, en parte, al igual que a cualquier otro animal, para no molestarlas o dañarlas, pero también porque poseen propiedades urticantes que hacen que sus picaduras sean dolorosas.
CAMPOS DE ANÉMONAS
Entre los animales que con más frecuencia encontraremos asociados a estas anémonas están los cangrejos araña (Inachus sp.). En ocasiones, si la anémona es grande, podemos llegar a encontrar hasta cuatro cangrejos bajo el cobijo de los tentáculos venenosos.
También los espirógrafos son habituales en estas extensiones de anémonas, siendo uno de los paisajes en los que tenemos más probabilidades de verlos crecer a pares o de tres en tres.
Una de las curiosidades de esta especie de anémona (Anemonia viridis) es que en función de la profundidad y de las diferentes relaciones con algas simbióticas (algas microscópicas que viven en su interior) pueden mostrar distintas coloraciones, que van desde tonos grisáceos o pardos a verdes intensos con zonas de un rosa casi fosforescente.
Sin duda, el animal más buscado en estos paisajes y de los más difíciles de encontrar, por su pequeño tamaño y su cuerpo transparente, es la gamba de las anémonas. Un precioso crustáceo de aspecto tropical que vive protegido entre los tentáculos de la anémona, a la que le devuelve el favor alimentándose de diferentes sedimentos que quedan sobre ella y manteniéndola limpia.
En ocasiones, las anémonas cubren amplias zonas de roca y dan lugar a campos de gran tamaño que quedan totalmente tapizados por sus melenas.
Las nécoras son también frecuentes en estos lugares. Buscan escondite bajo las anémonas al tiempo que pueden encontrar alimento en las gambas y pequeños peces que frecuentan estos paisajes.
A pesar de su naturaleza urticante, las anémonas también tienen depredadores. En la foto podemos ver el nudibranquio filomena (Aeolidia filomenae), un curioso nombre que rinde homenaje a la abuela de una de las autoras gallegas que han descrito esta especie. Este nudibranquio se alimenta específicamente de anémonas.
Otra perspectiva en la que poder apreciar la combinación de anémonas, espirógrafos y algas de pequeño tamaño.
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