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PECIOS - Paisaje

PECIOS

Hábitats por accidente

La bravura del Atlántico y una costa accidentada como la gallega han hecho que estas costas sean la tumba de muchos barcos que ahora descansan sobre el fondo marino. Estos restos sumergidos, que suelen degradarse con rapidez debido a la fuerza del mar, no solo son testigos mudos de una historia desafortunada, también se convierten en arrecifes improvisados donde la vida se abre paso.

Visitar los pecios es como asistir a un museo viviente donde las chapas oxidadas lucen gorgonias y anémonas como una segunda piel, o las escotillas comunican con espacios ahora habitados por congrios y bogavantes.

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La silueta a contraluz del perfil del barco hundido es el primer contacto visual con estos restos submarinos. Una imagen impactante que refleja a la perfección la fuerza del mar.

Los espacios, ahora al descubierto, del interior de los pecios se convierten con el paso del tiempo en un recuerdo lejano de lo que un día fue el hogar de su tripulación.

Los bordes de las chapas oxidadas son buenos lugares para encontrar vida interesante de pequeño tamaño y no suelen faltar los nudibranquios o las planarias.

Los congrios son uno de los habitantes más habituales en los barcos hundidos, aunque bogavantes, centollas y pulpos tampoco suelen perder la oportunidad de encontrar refugio y alimento en estos particulares lugares.

Su ubicación como una estructura que sobresale en el fondo no solo atrae la presencia de mucha vida, también actúa como un accidente en el que mucha de la basura marina se engancha dejando la huella de nuestro impacto actual en la contaminación del océano.

El Achondo probablemente sea el pecio más visitado en la ría de Vigo y uno de los pocos que conserva todavía una estructura reconocible. 38 metros de eslora posados sobre el costado de babor de este pesquero vasco naufragado en 1986 (foto de Joserra de 1987).

Por su historia y misterio, los pecios son uno de los puntos más atractivos de visitar por las personas que bucean y nos ofrecen la posibilidad de curiosear en cada uno de sus recovecos.

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