Nada se desaprovecha en el mar, sus habitantes son expertos en reutilizar todos los recursos que este particular medio les proporciona. Los esqueletos de erizos o los bulbos de las laminarias son un buen sitio al que sacarle partido y, como no, las conchas vacías. Entre las conchas de las zonas de cascallo se esconden peces, gusanos, cangrejos o moluscos, pero las conchas abandonadas también son un lugar para ocultar la puesta de huevos. En los alrededores de la baliza de Cabo de Mar nos topamos con una pareja de lorchiños en una de las muchas conchas de mejillón vacías que allí se acumulan. Después de fijarnos un poco más, nos dimos cuenta de que la hembra estaba pegando los huevos dentro mientras el macho los fecundaba al tiempo que vigilaba la entrada a su pequeño nido de amor. 

La dificultad de iluminar este pequeño espacio no nos permite plasmar todo el esplendor del momento, pero os dejamos una pequeña muestra de un hecho tan normal y excepcional a la vez. Primero se observa a la hembra haciendo la puesta, después aparece el macho, con su colorida aleta dorsal, para hacer el resto.